Publicado el 19 de junio de 2024 por los administradores de ViaEuropa.info
La disolución anunciada por el presidente de la República podrÃa causar un importante desorden en el calendario electoral.
Algunos recordatorios previos: desde la revisión constitucional de 2000, la duración del mandato presidencial se redujo de 7 a 5 años, correspondiendo ahora a la de los diputados. Paralelamente, el calendario electoral se invirtió, de modo que las elecciones presidenciales preceden por unos dÃas a las elecciones legislativas. Esta reforma tenÃa como objetivo evitar las situaciones de cohabitación, centrando las elecciones legislativas en el apoyo u oposición al programa del presidente recién elegido (ver esquema n.º 1).
La disolución decidida por el presidente Emmanuel Macron, cuando aún quedan 3 años de mandato tanto para el presidente como para los diputados, plantea una serie de preguntas sobre la alteración del calendario electoral (ver esquema n.º 2).
Exploremos diferentes hipótesis.
Hipótesis 1:
Los resultados de las elecciones legislativas conducen a una mayorÃa de un color polÃtico diferente al del presidente de la República. Resurge el fenómeno de cohabitación y Emmanuel Macron, conforme a sus repetidas declaraciones, decide no dimitir. ¿Cuáles serÃan entonces las consecuencias? Al no poder reutilizarse el mecanismo de disolución antes de junio de 2025, el presidente deberá aceptar la cohabitación durante al menos un año. Si decide no volver a disolver la Asamblea Nacional durante su mandato, las elecciones presidenciales se celebrarán en 2027, mientras que las elecciones legislativas tendrán lugar en 2029 (ver esquema n.º 3).
En esta hipótesis, al final de las elecciones presidenciales de 2027, el nuevo presidente de la República, que no será Emmanuel Macron (ya que habrá cumplido dos mandatos consecutivos y no podrá presentarse nuevamente), podrÃa decidir disolver la Asamblea Nacional para obtener una mayorÃa legislativa que lo respalde o para conseguir una mayorÃa más grande si esta ya lo apoya. En este caso, se restablecerÃa la coincidencia de los mandatos presidencial y legislativo (ver esquema n.º 4).
Hipótesis 2:
Esta hipótesis es una simple variante de la anterior. En esta hipótesis, los resultados de las elecciones legislativas de julio de 2024 conducen a una cohabitación, y el presidente de la República no dimite, sino que decide disolver nuevamente la Asamblea Nacional en un año, no teniendo la posibilidad constitucional de recurrir a este instrumento antes de esa fecha[1].
¿Cuáles serÃan las consecuencias? En este escenario, el mandato de los diputados recién elegidos en julio de 2025 se prolongarÃa hasta 2030, mientras que el mandato del presidente finalizarÃa en 2027 (ver esquema n.º 5). Al igual que en la hipótesis anterior, corresponderÃa al nuevo presidente decidir disolver la Asamblea Nacional para sincronizar nuevamente los dos mandatos, a menos que opte por acomodarse con la composición existente de la cámara.
Hipótesis 3:
Si los resultados de las elecciones legislativas conducen a una mayorÃa polÃtica diferente a la del presidente de la República y Emmanuel Macron decide dimitir, ¿cuáles serÃan las consecuencias?
En este escenario, es la Constitución la que precisa los pasos a seguir. De hecho, el artÃculo 7 que habla de los casos de vacancia del poder presidencial y que incluye los casos de dimisión dispone que el Presidente del Senado se convierte en presidente de la República interino, mientras se organizan nuevas elecciones presidenciales. Estas deben tener lugar en un plazo de al menos 20 dÃas y como máximo 35 dÃas después de la dimisión. Si Emmanuel Macron llegara a dimitir el próximo 7 de julio, tras los resultados de las legislativas, las elecciones presidenciales deberÃan celebrarse, a más tardar, el domingo 11 de agosto de 2024 (en plena temporada estival - ver esquema n.º 6). Sea cual sea el nuevo presidente elegido, este no podrÃa disolver la Asamblea Nacional antes de junio de 2025. AsÃ, podrÃa enfrentarse, desde su elección, a una situación de cohabitación.
Siempre en esta hipótesis, las próximas elecciones presidenciales deberÃan tener lugar en agosto de 2029, a menos que el presidente saliente decida dimitir unos meses antes para evitar elecciones en verano. Las elecciones legislativas también se programarÃan para julio de 2029, precediendo asà a las elecciones presidenciales si el presidente finalizara su mandato en agosto de 2029.
A partir de junio de 2025, el presidente tendrá la posibilidad de continuar con la misma Asamblea Nacional o proceder a su disolución. En cuanto a las elecciones legislativas, deberÃan celebrarse en 2029, pero podrÃan posponerse hasta 2030 si el presidente decide disolver la Asamblea en 2025.
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Sin duda, esta disolución provoca importantes alteraciones y podrÃa desencadenar múltiples desórdenes en cadena del calendario electoral.
La hipótesis más plausible, en el contexto electoral actual, es aquella en la que los resultados de las elecciones conducen a una Asamblea Nacional dividida, con una importante dispersión de votos, impidiendo que se forme una mayorÃa absoluta para gobernar.
La Constitución de la V República no prevé un mecanismo de resolución para este tipo de conflicto, aparte de la disolución. Sin embargo, dado que esta herramienta acaba de ser utilizada, no podrá emplearse nuevamente antes del 9 de junio de 2025. AsÃ, el gobierno dirigido por Gabriel Attal deberÃa mantenerse en "asuntos corrientes" durante un año (consulte nuestro artÃculo sobre el gobierno en asuntos corrientes), esperando que el presidente pueda disolver nuevamente la Asamblea Nacional.
Un gobierno prolongado en asuntos corrientes no es raro: Bélgica lo hace habitualmente, los PaÃses Bajos y España lo han experimentado recientemente. Aunque sea lamentable, Francia podrÃa ser la siguiente en esta lista.
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[1] El mecanismo de disolución es un poder propio del presidente de la República que puede utilizar de manera discrecional (sin contrafirma ministerial). No obstante, la Constitución prevé un mecanismo de racionalización: este poder no puede ejercerse de manera consecutiva y sin demora. De hecho, una vez pronunciada la disolución, la próxima disolución no podrá tener lugar hasta un año después. El objetivo es evitar que un presidente abuse de este poder, lo que conducirÃa a crisis sistémicas en el Estado.